Lo intentamos en este artículo Una pasión inconfesable. Los datos lo refrendan. Como explica otro artículo diferente de ' Salon ', cada vez hay una mayor demanda de esta clase de contenido en los 'sex shops', principalmente destinados a hombres heterosexuales. El círculo se cierra Como decíamos, mantener relaciones con una persona transgénero ha parecido, durante mucho tiempo, la antivirilidad. El macho tenía que relacionarse tan solo con mujeres, presumir de ello y hacer bromas con aquellos que dejasen entrever ciertas tendencias fuera de lo estipulado. Probablemente tiene miedo del rollo homo, pero lo necesita. Miss Suzi fue localizada por la investigadora Tammy Reed, experta en transgénero, después de hacerse la misma pregunta en un estudio sobre atracción sexual. Desea una mujer que aprecie sus deseos y sus necesidades de mirar, de hablar, de tocar, de besar, y de amar a una mujer con altos tacones, barra de labios, encaje y perfume con una piel suave.
Es performer, travesti, Generación Z, no sabe si cantante y seguramente icono queer o tal vez, y le parece legítimo, una payasa. La entrevistamos en la sede de la SGAE, el día en que se presenta Erudición, reflejo de todos, una muestra que da a conocer autores LGTB de diferentes disciplinas y donde ella ocupa uno de los ventanales del parterre interior del Palacio de Longoria adosado a los directores Antonio Hens, Javier Calvo y Javier Ambrossi o la dramaturga Carmen Losa. Tiene 21 abriles y pide un poco de admiración a su derecho a meter la pata. Los títulos nobiliarios se los tiene que conceder una misma a una misma. Porque parece algo sencillo pero ser tan fea y tan inmunda es algo muy complicado. Una reina de los bajos fondos tiene que ser asquerosa pero majísima. Las piernas de España, pero ese en concreto no me lo he abacería yo. Cuando vives de la basura y te revuelcas en tu bafea eres una persona apañada y sabes sacarte las castañas del fuego. Acabas de sacar single.
Desde que estoy siendo travesti, la cuestión mas compleja de tramitar para mi fue, probablemente, mi genitalidad. Vestir ese cuerpo, o desvestirlo, era el mejor y el peor acto de declaración. Empecé con los slips entangados aun que llegaron las primeras bombachas, mayas de baño, tangas, culotes, encajes, bordados, algodón y telas sintéticas. Simplemente jamás encontré una prenda íntima que no me lacerara y provocara un escozor permanente en los genitales.
Lo sé. No es necesario ahondar en esa cuestión. Los miro mirarme. Los percibo cuando me escriben, cuando me buscan. Cómo les llama la atención el modo en que me gastado, cómo me manejo en el globo, les gusta mi modo de anatomía y de estar. Pero no lo pueden soportar. Esto es triste. No pueden soportar que les guste una travesti. Reculan, cobardes, como los tipos comunes, esos que no militan, que no ejercitan mucho el pensamiento, que no se reservan una porción del alma para el trabajo con el otro.