En algunos de estos lugares se organizan quedadas para orgías y donde participan gays y mal llamados heteros curiosos. Nos vamos de ruta de cruising por Sevilla Enciendo Grindr y siempre las mismas caras y mismos torsos desnudos. Desde luego este no es el motivo para buscar sexo al aire libre. Para muchos el motivo es el morbo, y para otros la necesidad de buen sexo. Sin complicaciones, sólo sexo. Nuestra primera parada es la Ribera de la Isla de Tercia. Para acceder a ella nos hemos tenido que desplazar en coche. Las indicaciones son las siguientes: nos vamos en coche hasta la rotonda de la sede de TVE frente al estadio de la Cartuja en Sevilla. En esa misma rotonda hay un acceso pegado a la vía del ferrocarril.
Bastante español y mucho español. Caminan burocrático. Comen lento. Desde luego, nos tienen bien calados. Añadimos: y a un francés.
Vamos a ver y a catar el ambiente. El mensaje, enviado al bisel de las cuatro de la tarde, tenía que sonar creíble. Tenía que poseer el punto propio de esa jerga que solamente surge en estos foros virtuales. Una hora después, una veintena de comentarios se acumulaban en el chat. También tenía que cubrirnos las espaldas, y por eso jugamos al despiste escribiendo que acudiríamos dos parejas a la cita. Al fin y al cabo, tan solo época el experimento de dos periodistas jugando a organizar encuentros furtivos con desconocidos. Todo para conocer de cerca empero no tan de cerca qué demonios es eso del cruising. Es anómalo que no surja cada pocos días alguna noticia al respecto en la prensa regional. Dos semanas antes, La Nueva España, se hacía eco de las quejas de los vecinos de Siero, Asturias, debido a los barreduras abandonados en el parque por los protagonistas de estos encuentros sexuales.